Mendicidad sin fronteras

Una doctora atiende a una embarazada en Cuba, donde la Revolución lleva décadas impulsando la igualdad de género.
Foto: Archivo.

Antes, la prensa internacional silenciaba declaraciones, informes o estadísticas de Naciones Unidas que respaldaran los logros de Cuba en materia de salud (1), educación (2), nutrición (3) o desarrollo humano (4).
Pero ahora hay medios que se atreven… a desmentirlos.
“¿Cómo consigue Cuba una sanidad con índices de un país rico?”: leíamos este sugerente título en el diario español El País, que parecía anticipar un reconocimiento al exitoso sistema de salud cubano (5).
Pero no. El reportaje tenía como objetivo, justamente, el contrario: su descrédito.
El texto reconocía, ciertamente: que “el sistema médico cubano está situado a la vanguardia de América y muy por encima de la media mundial”; que la inversión en salud, en relación al PIB, es superior a la de EE UU o Alemania; o que la Isla ha sido “el primer país (…) en eliminar la transmisión materno-infantil del VIH”.
Sin embargo, lo relevante para El País no es cómo ha conseguido esto un país bloqueado del Tercer Mundo, sino las supuestas “sombras” de su sistema de salud, que describía como “dividido en dos: uno (…) para los cubanos y otro para los extranjeros”, con “clínicas exclusivas para turistas, gobernantes o altos mandatarios”, “mientras desatiende (…) al cubano de a pie”.
Todo un sistema compuesto por 12.000 consultorios, policlínicos, hospitales y otros centros (6), quedaba reducido así a una estampa grotesca, para magnificar la existencia de unas pocas clínicas internacionales, también propiedad del Estado cubano que, lejos de enriquecer a nadie, destinan sus ingresos a financiar –precisamente- el sistema público gratuito nacional (7).
Y algo que no cuadra: ¿cómo un sistema de salud con “instalaciones en ruinas” –tal como se lee en el reportaje- consigue “unos indicadores sanitarios elogiados por la directora de la Organización Mundial de la Salud”, (…) quien “estimó al sistema de salud cubano como ejemplo a seguir” –algo que también se lee en el texto-?
Esta contradicción informativa tiene fácil explicación: la fuente que informaba de las supuestas “sombras” del sistema cubano es una organización llamada “Solidaridad sin Fronteras”, cuyo director era presentado en el texto como un indefenso “médico cubano exiliado en Miami” (8).
Pero El País se callaba casi todo sobre esta supuesta ONG. Por ejemplo, que desde 2006 ha trabajado mano a mano con el Departamento de Estado en el llamado “Cuban Medical Professional Parole” (CMPP) (9). Este programa, eliminado en sus últimos días de mandato por Barack Obama, tuvo por objetivo destruir la cooperación médica cubana en el mundo, mediante el ofrecimiento de asilo político a todo cooperante sanitario que lo solicitara (10).
En su web, “Solidaridad sin Fronteras” afirma que está trabajando “arduamente junto a nuestros congresistas cubano–americanos (…) Mario Díaz-Ballart, Ileana Ros-Lethinen y Carlos Curbelo y el senador Marco Rubio (…) para el pronto restablecimiento del CMPP con la nueva administración del presidente Donald Trump”. Todo ello antes de acabar con un “que Dios Bendiga a los Estados Unidos de América” (11).
Es decir, la opinión “experta” que emplea El País para explicar las “sombras” sanitarias de Cuba es una organización de la Mafia de ultraderecha de Miami y cuya misión es despojar, a millones de seres humanos de África, Asia y América Latina, de su única posibilidad de asistencia médica gratuita: la de las brigadas cubanas (12). Pero este escándalo moral era presentado en el reportaje como un inocente “programa de visado especial (…) para asistir a trabajadores (cubanos) de la salud”.
La solidaridad médica de Cuba, una de cuyas experiencias, la Brigada “Henry Reeve”,  recibía en enero el Premio de Salud Pública de la OMS (13), era calificada en el reportaje como “una lucrativa herramienta diplomática” y un gran “negocio” para el Estado cubano. Otra reducción grotesca. Recordemos que, de los 66 países en los que está presente, en los 40 más pobres Cuba asume todos los gastos (14). En los 26 restantes, se comparten con el país receptor, o bien –en unos pocos con recursos, como Sudáfrica o Qatar- estos abonan los servicios (15). En cualquier caso, dichos ingresos no benefician a ningún magnate sanitario, sino que sirven para financiar el sistema de salud gratuito de la Isla.
El País sostiene, además, que “es tan grande el negocio (de la cooperación médica) que ha dejado a los hospitales y policlínicas (de la Isla) bajo mínimos en personal”. Cierto es que tener 50.000 profesionales sanitarios en el exterior, la mitad médicos, tiene un  impacto en el sistema nacional. Pero, incluso así, descontando el personal cooperante, Cuba sigue teniendo una cifra casi record en el mundo de médicos por cada mil habitantes: 5,4 (16).
Por cierto, este reportaje fue publicado en “Planeta futuro” (17), sección de El País que es patrocinada por la Fundación Bill y Melinda Gates (18). Algo que puede explicar semejante retrato de la asistencia médica solidaria de Cuba. Gratuita y vinculada al fortalecimiento del sistema público de salud de los países receptores, contrasta demasiado con las iniciativas sufragadas por Bill Gates, basadas en “franquicias sociales”, consultas médicas previo pago o “telemedicina” (19). Un modelo de supuesta “solidaridad” denunciado en excelentes investigaciones periodísticas que –gracias a la “libertad de prensa” que disfrutamos- jamás leeremos en las páginas de El País.


Tomado de: Cubadebate

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