¿Qué pasa en el Latino?

El frente de trabajo está abierto en la remodelación de las gradas. Foto: Ricardo López Hevia
Desde hace bastante tiempo se sienten ruidos y más ruidos alrededor del capitalino estadio Latinoamericano. Sonidos inusuales, de taladros, martillos, camiones, grúas, nada que ver con la algarabía de los aficionados, el retumbar de las bolas entrando en las mascotas o la explosión de los bates.
Por el Coloso del Cerro, como también se le conoce a la casa de los Leones de Industriales hace medio siglo, además, no cesa el movimiento de personas, vestidas con indumentarias de constructores, albañiles, pintores, electricistas, plomeros, gente que uno habitualmente no ve cerca del campo.
“Me gusta la pelota y vengo al estadio, pero no tan seguido. Me queda un poco lejos de la casa, y a veces prefiero ver los juegos por televisión. He venido más al Latino en estos últimos dos meses que en los pasados cinco años”, nos comentó Bárbaro Zayas, uno de los hombres que no detiene su labor pintando de color azul una de las paredes en las afueras del mítico parque, fundado en 1946.
Como él, alrededor de 650 trabajadores se dejan ver cada día en el recinto, atareados la mayor parte del tiempo, sudorosos, cargados de instrumentos, yendo de un lado a otro, con las tareas individuales grabadas en la memoria.
¿La razón? La continuidad de un proceso inversionista que ya había dado algunos frutos con las mejoras de las condiciones de vida de los peloteros en los clubhouse, el inicio de la reparación de la cubierta por la banda izquierda y la entrega de los dos bullpen (zona de calentamiento de los lanzadores).
Por supuesto, esas transformaciones encontraron aceleración tras la noticia del juego que una selección cubana celebrará el próximo día 22  frente al equipo Tampa Bays Rays de la  Major League Baseball (MLB).
DIAMANTE EN BRUTO
El diamante se levantó para el sembrado de un nuevo césped. Foto: Ricardo López Hevia
Un duelo de esta envergadura requiere de los máximos estándares de calidad. Así lo hicieron saber los especialistas de terrenos de la MLB que viajaron a Cuba en diciembre a fin de evaluar el estado real del Latino, sobre todo lo relacionado con el escenario de competencia: el terreno.
Bruscos desniveles en el infield, deficiente drenaje, alto grado de contaminación en la hierba de los jardines y los laterales, e irregularidades en la altura oficial del montículo, todo consecuencia de años sin un régimen de mantenimiento estricto, son las principales complicaciones que enfrenta el Doctor en Ciencias Luis Al­berto Her­nández, jefe del Programa de In­ves­tigación y Producción de Césped en la Es­tación Expe­rimental Indio Hatuey, quien ha estado al frente de la labor en la grama del estadio.
“Nos enfocamos por completo en una propuesta de trabajo dirigida a lograr los máximos indicadores de calidad de cara al juego con Tampa Bay”, explicó Luis Alberto a Granma.
De entrada, se determinó el levantamiento total del diamante para proceder al nivelado de toda esa zona, y posteriormente darle al mon­tículo la altura establecida en los estándares in­ternacionales.
“Lo hicimos sobre una base de arena sílice, ideal como capa primaria, sembramos alrededor del box la hierba Bermuda, variedad de césped que se adapta muy bien al clima de Cuba y es utilizada en muchos estadios de Grandes Ligas”, develó el especialista.
El nuevo techo del estadio cubrirá hasta la zona de tercera base. Foto: Ricardo López Hevia
“Detrás de home y en los laterales, hasta el final de los dogout, se sembró entonces otra variedad, la Zoysia Zenith, resistente a la sombra y a la sequía, perfecta para esta zona, donde los rayos solares no inciden con la misma intensidad”, añadió el Doctor.
“Además, en el cuadro se acometió el acondicionamiento con arcilla y arena, en ambos casos con los niveles de granulometría y las tonalidades exigidas, diferentes por completo a las que se estaban usando. Trajimos arena de Pinar del Río, de la zona de Bacu­nayagua, en Matanzas, y de Artemisa, mientras todo el césped procede de nuestra Esta­ción Experimental Indio Ha­tuey”, aclaró Luis Alberto, quien elogió también el profundo arreglo del drenaje, realizado por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.
Más allá del infield quedaba la inmensa y solitaria pradera, los jardines, cuyo levantamiento total era imposible por el escaso tiempo de maniobra en un área tan extensa. Por tal motivo, se enfocaron en el mejoramiento de la hierba —por demás muy contaminada—, mediante los procesos de aireación, descompactación, fertilización y riego.
“Como resultado tendremos un césped de calidad, que cumple con todos los requisitos para el béisbol”, refirió el Doctor, satisfecho por el apoyo de todas las empresas implicadas en la faena.
“Ha sido un reto muy fuerte, pero el hecho de contar con bioproductos, fertilizantes y estimuladores del crecimiento, producidos por centros de la Educación Superior y el Ministerio de la Agricultura, nos ha ayudado a acelerar el crecimiento de la hierba en esta época de invierno”, precisó.
LUCES SIN SOMBRAS
Otro detalle muy importante en el desarrollo de un juego de pelota es la iluminación, por ello en el ajetreo del Latino no se descuida el mantenimiento de las luminarias y el montaje de lámparas adicionales.
“Cuando se realizó la primera medición del alcance de las luces se determinó que solo estaban a un 40% del alumbrado ideal. Teniendo esto en cuenta se acondicionaron nuevos espacios en las torres para colocar más luminarias, que serán instaladas en los próximos días.
“Son luces LED de tecnología china, con las cuales se lograría un por ciento de iluminación adecuado”, señaló a nuestro diario Rubén Pérez Trujillo, subdirector de la Empresa de Asegura­miento del Inder.
En aras de lograr condiciones óptimas en ese sentido, también se retiró la primera línea de tejas en el techo, pues limitaba el reflejo de las luces en el terreno. Por cierto, el trabajo en la cubierta ha avanzado aceleradamente, pues solo resta por montar un corto tramo en la zona de tercera base.
“Las vigas fueron restauradas en esa parte, tienen tres manos de antioxidante, esmalte y la pintura azul, por ese orden. La otra misión era emparejar, que no quedaran espacios vacíos, y eso ya se ha logrado al colocar todas las tejas azules. Ya el resto del techo se restaurará en los próximos meses”, añadió Pérez Trujillo.
EN LAS ENTRAÑAS DE UN GIGANTE
Caminando por los pasillos del Latino descubrimos a muchas personas laborando lejos del terreno. Y es que las tareas de remodelación se traducen en más de 40 objetos de obra, que incluye mejoras en los dogouts, palcos, cerca perimetral, cabinas de transmisión, salas de protocolo y zonas de prensa.
En estas últimas tres se ha volcado la Em­presa de Proyectos y Servicios de Ingeniería y Arquitectura de la Cultura (ATRIO), cuyas obras las ejecutan creadores con un nivel de diseño actualizado.
“Recibimos 12 cabinas de radio y televisión en muy mal estado, peor de lo que imaginábamos. En el desmontaje nos encontramos vigas en pésima conservación, podridas, con comején, sin obviar toda la basura acumulada en locales casi en desuso”, explicó Lisette Cartelle, especialista de producción de ATRIO.
“Ya estamos muy cerca de entregar todo nuevo. Las cabinas se reprodujeron con el mismo formato y dimensiones, al igual que las salas de protocolo, remozadas con electricidad, pintura, tratamiento de superficie y mobiliario nuevos”, añadió Cartelle.
En el propio terreno, por ejemplo, la hierba requiere de un proceso de establecimiento de 80 o 90 días, y en este caso solo se dispusieron de 58 jornadas.
“Por la experiencia que tenemos, y con las fuerzas desplegadas aquí, hemos logrado un resultado positivo, sin atropellarnos, cada cual descansando lo necesario en aras de elevar al máximo el nivel”, confesó Lisette Cartelle.
Las valoraciones son positivas, y las imágenes también. En el Latino, el ruedo de la pelota cubana, la intensidad crece jornada a jornada; los hombres no se detienen.
Solo resta ver el resultado final de una obra de magnitudes gigantes.

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